Si queremos ganar, apostemos por la confluencia

ada y manuela

Una vez pasadas las elecciones autonómicas y municipales se pueden hacer muchos análisis, uno de ellos es que se ha confirmado aquello que vaticiné en septiembre del año pasado en este otro artículo. No es que yo sea adivino, sino que mi reflexión simplemente reflejaba algo que en un amplio sector de la población se viene reclamando desde hace años: anteponer el cambio político a las siglas partidistas.

Muchas personas nos dimos cuenta hace más de un año que para conseguir un verdadero cambio en las políticas que se estaban aplicando desde los Ayuntamientos de espaldas a las personas, era necesario sumar partidos, movimientos sociales y ciudadanos para multiplicar el apoyo de la gente. Así ocurrió el 24M y por eso los Ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, A Coruña y algunos más estarán pronto al servicio de las personas y no de los oligarcas locales.

No fue posible, en cambio, trasladar esas candidaturas de confluencia al ámbito autonómico por la negativa de Podemos; y viendo los resultados, se demuestra que fue una decisión equivocada, ya que no han conseguido pasar de tercera fuerza en ninguna autonomía y sus candidaturas han tenido mucho menos apoyo que las candidaturas de confluencia municipales. Es verdad que en esto ha influido mucha campaña mediática anti-Podemos que ha limitado su crecimiento, pero independientemente de los motivos, lo cierto es que la marca Podemos tiene un alto rechazo entre una gran parte de la población, que en cambio sí puede estar dispuesta a votar una candidatura de confluencia en la que participe gente de Podemos y de otros partidos y movimientos sociales.

La próxima meta (y quizás la definitiva) será en otoño, cuando se celebrarán Elecciones Generales y espero que todas las partes sepan estar a la altura de las circunstancias. Tras más de 5 años de austericidio, después de varias décadas de corrupción en los principales partidos, es más necesario que nunca un vuelco electoral que dé el poder a candidaturas que pongan las instituciones al servicio de las personas. Una candidatura impulsada desde la ciudadanía, con el apoyo de fuerzas como Podemos, IU, EQUO, Compromis, AGE, CHA o PUM+J, que represente esa unidad en la diversidad, sería capaz de convencer a una amplia mayoría de la sociedad con medidas reales frente a la crisis económica, política, social y ecológica que sufrimos.

Si los dirigentes de Podemos se empeñan en presentarse bajo sus siglas, en vez de apoyar la confluencia, estarán anteponiendo sus intereses personales a los de la sociedad, se estarán convirtiendo en esa casta que tanto han criticado. Confío en que las bases del partido sean capaces de convencer a sus líderes de que la suma desde abajo multiplica y que la generosidad en política, tarde o temprano, es recompensada. Si la inteligencia colectiva que ha llevado al triunfo de Manuela Carmena o Ada Colau funciona, en otoño tendremos una candidatura de confluencia capaz de dignificar nuestras instituciones.

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Objetivo 2015: Ganar la Democracia

Empezamos un nuevo curso que desembocará en una serie de procesos electorales: municipales y autonómicas en mayo y generales en noviembre (si no se adelantan), además de previsibles adelantos en Catalunya y Andalucía. Esta acumulación de procesos llega además en un momento político de cambio sin precedentes desde 1978.

Cuando en 2011 desmantelaron el campamento de Sol del 15M, muchos se apresuraron en vaticinar que ese movimiento estaba muerto. Lo cierto es que vivió meses de luchas internas y poco a poco sus reclamaciones se fueron apagando. Pero lo realmente interesante de este movimiento de indignación es su capacidad camaleónica. De hecho, el origen del 15M no es otra cosa que la confluencia de diferentes movimientos sociales que llevaban años con distintas reclamaciones (jóvenes por el derecho a la vivienda, pacientes reclamando sanidad pública de calidad, ciudadanos hartos de la corrupción y la falta de democracia participativa…).

Esa capacidad camaleónica y algo guadiana (aparece y desaparece pero está siempre ahí) fue la que dio lugar a las mareas ciudadanas (con gran éxito de la marea blanca en Madrid, que paralizó la privatización sanitaria) y es la que provocó una gran sorpresa en las pasadas Elecciones Europeas, al dar lugar a una caída del bipartidismo sin precedentes y al surgimiento de Podemos.

Es, por tanto, indispensable analizar la cronología de los movimientos sociales desde 2011 (e incluso antes) para entender la situación política actual de cambio. Errarían los dirigentes de Podemos si atribuyeran su éxito únicamente a una buena estrategia electoral y a sus capacidades personales. Podemos no es más que el prestatario de un apoyo surgido de los movimientos sociales que llevan años intentando provocar un cambio por medio de diferentes fórmulas.

Quedan aún 8 meses para las elecciones municipales (que son las primeras previstas en principio) y ya se están produciendo movimientos interesantes en muchas ciudades para dar un paso más. Se trata de crear candidaturas ciudadanas elegidas mediante primarias abiertas a la sociedad y con un programa elaborado por la ciudadanía, con gente proveniente de movimientos sociales y con el apoyo de partidos de izquierda.

Creo y deseo que, si estas candidaturas salen adelante, pueden ser las próximas depositarias del apoyo de esa ciudadanía indignada que salió a las plazas a reclamar “Democracia real YA”, no conformándose esta vez con obtener una representación simbólica, sino luchando por ganar las instituciones para devolverlas al servicio de la ciudadanía.

Ante la crisis: ¿Más integración de Europa o vuelta al Estado-Nación?

integración europea

Llevamos 6 años de crisis económica y en este tiempo se ha producido un importante desgaste de la imagen de las instituciones europeas. Desde los países del sur se ha percibido a la UE como impulsor de las políticas “austericidas” que han profundizado la gravedad de la crisis. Ante este análisis, bastante razonable, la respuesta de muchos es la siguiente: si no hubiésemos cedido soberanía a la UE, ahora podríamos tomar nuestras propias decisiones. Aquí está el error.

La UE se ha equivocado en su política económica, eso es indudable, pero lo ha hecho, en primer lugar, por una razón democrática: ha tomado medidas económicas neoliberales porque desde hace décadas el Parlamento y el Consejo tienen mayoría de centro-derecha, por lo que no se puede alegar falta de legitimidad democrática, sino que es responsabilidad de la ciudadanía europea al haber dejado (por acción u omisión) que esas mayorías se construyeran. También ha influido en esta mala gestión los errores en la arquitectura de la UE, que a menudo provoca parálisis o falta de legitimidad de algunas decisiones (como las tomadas por el Banco Central Europeo, que requeriría un control democrático). Precisamente estas deficiencias en el funcionamiento de la UE vienen provocadas por las reticencias de muchos Estados en ceder mayor soberanía para que la UE pueda funcionar como una verdadera organización federal democrática.

Según avanza el siglo XXI está más claro que la globalización en la que vivimos es inevitable. Ante este hecho, lo que debemos reclamar es que los poderes políticos (democráticos) sean capaces de controlar y regular a los poderes económicos (no democráticos). ¿Alguien piensa que cualquier Estado europeo por sí solo puede enfrentarse al poder de las grandes multinacionales y conglomerados financieros? Está claro que no. Sólo desde la unión de Estados democráticos, que compartimos valores y cultura, podemos establecer una regulación fuerte, que anteponga a las personas sobre los mercados.

La soberanía ciudadana no se pierde al traspasar competencias a instituciones supranacionales, siempre que éstas sean democráticas. Para eso es imprescindible una reforma profunda de la UE que permita, no sólo avanzar en la integración de las políticas europeas, sino también en la democratización de sus instituciones, dando más poder al Parlamento Europeo, entre otras medidas.

Además, ¿alguien puede garantizar que un Estado-Nación que no ceda competencias a instituciones supranacionales es totalmente soberano? ¿Acaso no estaría más expuesto al poder de los mercados internacionales?

Espero que en las próximas semanas que van a preceder a las Elecciones del 25 de mayo, tengamos la oportunidad de debatir estas cuestiones. Algunos partidos, como IU, Podemos o VOX, ya han deslizado de alguna forma el mensaje de que la solución a la crisis es quitarle poder a la UE. Frente a esa postura, desde EQUO se apuesta por profundizar en la integración, la cooperación y la democratización, con el fin de crear una Europa para las personas y no de los mercados.